3 : 33
El reloj marcaba las 3:30 cuando me desperté de aquel horrible sueño del cual no quiero ni mencionar. Bebí un poco de agua para intentar calmarme, lo cual funcionó. Estaba ya dispuesto a seguir durmiendo, cuando empezó a sonar aquel horripilante sonido, era el mismo que el de mi sueño. Provenía del salón, cerca del cuarto de mi hermana pequeña de solo 9 meses, por lo que fui de inmediato a ver que estaba pasando ya que no era solo una mera coincidencia que el sonido fuese igual al de mi sueño ( o al menos eso quería pensar yo ). Al llegar al salón el sonido aumenta fuertemente, pero eso no fue lo más perturbante, puede que estuviese muy oscuro, pero se podía ver perfectamente que había alguien vestido con un traje negro al lado de la cuna. No puedo describir el miedo paralizante que sentí al ver la mascara de aquel hombre, era igual que los médicos de la peste negra. Me detuve a analizarlo detenidamente cuando me di cuenta de que el sonido provenía de un dispositivo de su mano, con la cual se fue acercando a mi hermana para cogerla de la cuna. Intente moverme e impedir que la tocara, pero el miedo que sentía al ver tal cosa no me permitía mover. Mi única opción era intentar despertar a mis padres, por lo que intente gritar lo más fuerte que pude, pero de mi boca no salía un solo sonido, entonces vi que se acercaba con mi hermana en brazos para intentar cogerme a mi también de la cabeza para llevarme con el. Intente reaccionar pero no podía moverme ni gritar ni hacer nada, estaba totalmente indefenso ante aquel enmascarado. Entonces me desperté, el reloj marcaba las 3:33 , y ahí estaba el también, al fondo de mi cama, mirándome fijamente con aquella mascara. Me di cuenta de que algo brillaba en su mano, pero esta vez ya no era ningún dispositivo que emitiera sonido, no, esta vez era mucho peor, tenía un cuchillo, ya manchado de sangre. al igual que antes de despertar intente gritar, pero seguía sin emitir sonido alguno, entonces el me mostró lo que llevaba en su mano izquierdo, parecía un trozo de carne, entonces me di cuenta porque no podía hablar o gritar, era mi lengua lo que sostenía en su mano. Le escuché reírse antes de de que el se acercara a mi con el cuchillo, e hiciera que ya nunca más pudiera ver la luz de un nuevo amanecer.
Médico de la peste del Siglo XVI
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